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En un lugar de la lengua

Libro + película + página web (I)

Libro + película + página web (I)

Empezamos esta serie de recomendaciones con el objeto de compartir impresiones sobre gustos y aficiones. Literatura, cine e internet forman un trío muy contemporáneo sobre qué podemos hacer mientras esperamos que llegue la hora de ir al instituto (¡menudo sarcasmo!). En fin, empiezo yo para animaros:

Libro: Tokio Blues. Norwegian Wood de Haruki Murakami, Editorial Tusquets, Barcelona, 2005.

Película: Babel de Alejandro González Inárritu, USA, 2006.

Página web: www.elcastellano.org

A disfrutar, claro.

22 comentarios

sara asensio -

¿Quedamos para tomar café?


Javier apaga el enésimo cigarrillo y bebe otro sorbo de vodka. El reloj de cuco toca la una y el teléfono suena. Un nuevo caso le va a ser encomendado. Un extraño presentimiento le recorre la mente. Al pasar por delante de su cafetería preferida le vienen unos nítidos y cálidos recuerdos hasta su presente.
Fue un miércoles. Acababa de salir de un duro día de trabajo, cuando de repente y sin darse cuenta una chica le abordó en plena calle. Rápido reconoció ese rostro. Era Clara, la joven y atractiva periodista de un diario sensacionalista que cubría las noticias de sucesos. Esta especial situación había hecho que se conocieran de vista pero nunca habían cruzado palabra. El caso que los dos abordaban había sido un múltiple asesinato. Dada la importancia mediática del asunto, Clara le pidió tener una tranquila conversación extraoficial para resolver alguna duda sobre el caso. Javier tenía ante sí una gran duda: ¿se acogía a su profesionalidad y negaba su petición o por el contrario arriesgando su puesto de trabajo accedía a los deseos de la joven periodista? El corazón pudo al cerebro. Dos días después, cuando la investigación estaba más calmada, tuvo lugar el encuentro.

El detective aguardó con impaciencia ese momento. Después de una larga espera la periodista apareció. Tras un breve y cordial saludo comenzó su conversación sobre el caso. Habían escogido un café apartado y solitario, hecho que le daba más morbo al encuentro. Javier le desveló que l’incedente había sido un ajuste de cuentas entre dos peligrosas bandas locales y que se sospechaba que los autores tenían un piso franco cerca de la escena del crimen. Esto era todo lo que Clara necesitaba saber para hacer una noticia digna de portada. El resto de la conversación transcurrió entre diálogos íntimos y miradas cómplices, hecho que provocó que se creara una atmósfera seductora, que sobre todo acabaría impregnando a Javier. El detective comenzó a fantasear con más encuentros con la joven periodista, los cuales hacían disparar su imaginación.

Al día siguiente la noticia apareció en todos los medios de comunicación y tuvo una gran repercusión mediática. Los ecos de la noticia llegaron hasta los oídos de los autores del crimen, que asustados ante un posible descubrimiento de lo sucedido decidieron pasar a la acción. De repente, Clara se había convertido en un peligro para los planes de los criminales, razón por la cual debía ser eliminada de la escena.

Javier llegó al escenario de su nueva misión. Echó un vistazo rápido y en seguida se dio cuenta de lo sucedido. En el suelo yacía el cuerpo inerte de una joven. Le resultaba familiar. Al darle la vuelta sus peores presagios se cumplieron…

Héctor Barrios -

¿Quedamos para tomar café?
Fueron sus últimas palabras antes que una de las balas le atravesara el cráneo hasta depositarse en el cerebro. El teléfono quedó colgando, su cuerpo se desplomó encima de la moqueta. Al otro lado del aparato, la desesperación se apoderaba de John. ¿Asesinado? Una de las pocas palabras que en este momento pasaban por su cabeza mientras la muerte acechaba el cuerpo de su querido hermano.
El único motivo de este crimen era su gran poder económico, ya que por suerte (si así se puede decir) no dejaba atrás ni esposa, ni hijos. Era un hombre solitario, amante de la religión y sobretodo, astuto. Tal vez, gracias a ese último adjetivo, sus ingresos mensuales fueron lo suficientemente elevados como para ser un blanco perfecto a los ladrones de alta categoría, por así decirlo.
Pero todavía no estaba confirmada su muerte, solamente escuchó un disparo y a continuación un silencio rotundo. Fueron motivos suficientes para que John recorriera medio mundo en busca de su hermano y dejara en Australia a su mujer, los cuales estaban apunto de firmar el divorcio.
Se fue sin decir nada, él sabía que algo extraño estaba sucediendo y no quería alentar a nadie. Estaba dispuesto a mover tierra y aire para averiguar lo sucedido, pero iba solo y con 150 dólares en el bolsillo. El amor de hermano es capaz de cruzar los mares más grandes.
Ya en Europa, los policías encontraron el cadáver del hermano de John, y éste a las pocas horas de haber llegado recibió la noticia. Una dura realidad. Era su único hermano, sangre de su sangre, la única familia que le quedaba; su madre se pasaba las horas en la taberna e incluso llegó a prostituirse para conseguir el peor vicio del humano: la droga; su padre, un borracho arruinado que dejó a su familia colgando de un hilo para desaparecer sin más. John estaba solo. Lo único que le quedaba era luchar por la dignidad de su hermano y honrar su nombre. Pero no era tan fácil, el asesino sabía que John podía ser una gran amenaza.
Las últimas palabras de su hermano no paraban de darle vueltas por la cabeza. > pensaba John día tras día.
Una tarde, mientras paseaba, un coche gris, con las lunas oscurecidas y de lo más señorial se acercaba lentamente hacia John; un escalofrió le recorrió desde el primer pelo de la cabeza hasta el último dedo del pie. Él sabía que lo buscaban, hacía tiempo que se sentía observado. No sabía que hacer. Era una presa para esos lobos hambrientos ya que en estos días había conseguido pruebas que podrían delatar al culpable. Tenía que escapar. Pero no fue tan sencillo, a los pocos segundos se emprendió un tiroteo hacia John procedente del coche. Iban a por él. Se tiró al suelo, se cubrió como pudo y tras recuperar el aliento se dio cuenta de que seguía vivo, pero por poco tiempo. Esos matones se habían ido, pero volverán. Tras levantarse del suelo divisó un gran sobre blanco tirado cerca de él y se supuso que tenía que abrirlo. Efectivamente. Con las manos todavía temblando y con dificultades para respirar leyó la carta. En esos momentos le invadía una impotencia trágica. Se habían apoderado de todas las pertenencias de su hermano, pero a pie de página, observó una frase que le resultó familiar: ¿Quieres tomar café? En esos momentos giró velozmente la cabeza hacia la cafetería y vio a un hombre mirándole fijamente. Pero poco fue el tiempo de observación, ya que la trayectoria de una bala se dirigía velozmente hacia él hasta impactar de lleno en el cuerpo. Cayó desplomado al suelo. Ya en sus últimos alientos, pudo ver que ese hombre era su padre. Su propia familia acabó con ellos por culpa del dinero.


Héctor Barrios Rodríguez
2º Bachillerato A

Roger Catalan -

¿Quedamos para tomar un café? Es curioso ver como esta frase, que debería sugerir eso, ir a tomar un café con alguien, ha acabado siendo utilizada como excusa para decir a alguien que quieres hablar con él o ella, ya sea para contar lo que ha pasado desde la última vez que os visteis, para pedirle consejo, o por el simple hecho de verle. El problema aparece cuando la persona con la que quieres hablar sabe que no te gusta el café, y te suelta un “¡pero si a ti no te gusta el café!”. A partir de este momento es cuando te pones nervioso y tu cerebro se colapsa momentáneamente, intentando encontrar alguna respuesta, hasta que al final, se da cuenta que la única salida viable es la de decirle que quieres hablar, o que es solo para saber las nuevas. Una vez hecho este gran paso, se prestan dos posibilidades; la primera, que dicha persona acepte gustosa, dando paso a un diálogo para saber cuando y donde tomar dicho café, y la segunda opción, que no deja nada más que decir, que la persona con la que se quiere entablar una conversación no acepte la propuesta.
Una vez en el Café, suponiendo que se haya aceptado la petición, sentados el uno en frente del otro, se presenta el tercer problema más común a la hora de quedar con alguien, ¿Quién empieza la conversación? Esta pregunta que ronda la cabeza de ambos provoca que el silencio que hay entre ellos forme una tensión en el aire que, generalmente, se acaba cortando con alguna pregunta simple o absurda, como por ejemplo ¿qué has hecho esta semana en el tajo? Esta pregunta alivia a ambos, al emisor por iniciar la conversación y al receptor por tener algo que contar y provocar un diálogo, que viene a ser el objetivo principal de ir a tomar un café, aunque no se tome café. A partir de entonces, el diálogo irá fluyendo, dado por conseguido el objetivo. Desde ahora, lo único que falta es gozar de un rato pasado con tu acompañante, viendo pasar la tarde, hacerse de noche, y al final, cuando cada uno se va a ir para su casa, alguien pregunta “¿Quedamos otro día para tomar café?” pero no con intención de ir a tomar café juntos, sino con intención de seguir hablando donde se ha dejado el tema.

Jónathan Aragón EScobosa -

Perdon en el artículo anterior no he puesto mis apellidos

Jónathan -

-¿Quedamos para tomar un café?

Tenia que soltarlo. La típica preguntilla que puede ir con muchas intenciones. ¿Es que no se da cuenta que durante todo este rato, siendo no más que una pérdida de tiempo, lo único que intento es que se vaya y me deje en paz de una vez? ¿Qué espera? ¿Qué se me iluminen los ojos y le diga que si? ¿Qué me desmaye porque no le he hablado durante todo un año desde que la veo cruzar por los pasillos del instituto? Como si me conociera de toda la vida. Encima un café. No se que manía tiene la gente de quedar para tomar un café. Se piensan que es la gasolina de las personas. Que si no lo tomamos no somos alguien. Si supieran la de gente que es explotada para cumplir esta ya extendida costumbre… Además, el único recuerdo que me trae es de los ratos interminables que pasaba estudiando como un burro a base de doparme de raciones de café para mantenerme despierto en mi habitación o en el aula al día siguiente. ¿Y que se piensa que aremos? ¿Reírnos mientras contamos anécdotas sobre cómo jugábamos a muñecas en el parque del pueblo? Lo que pasará será que él se pondrá nervioso jugando con la última gota de café haciendo las típicas preguntas estúpidas del tipo -¿Cómo te van los estudios?- y yo respondiéndole sentado en una silla de plástico barato con los cascos de mi reproductor de música acoplados a mis oídos -Bien- deseando que el móvil sonara dejándole tirado con la palabra en la boca. Seguro que se ha enganchado a leerse todos los comentarios que han puesto los alumnos en el ejercicio de lengua castellana, porque de entre todas las excusas que podría haber utilizado para entablar conversación conmigo ha tenido que escoger esa. Un café. Es que la juventud de hoy en día no tiene imaginación. No me extraña, solo es de ver las preguntas que sueltan en medio de la clase. ¿Qué pasa? ¿No sabes leer un enunciado?

-Bueno. ¿Te parece bien la idea?

-¡Si si! Ningún problema.

¿Pero que es lo que acabo de hacer? Que valientes somos dentro de nuestra mente pero a la hora de la verdad bien que nos dejamos llevar. Creo que en este caso será más adecuado mentir, no sea que después vaya diciendo que soy un borde.

-¿Te parece bien a las ocho en este mismo lugar?

-Perfecto.

¡Levantarme temprano! Con lo enamorado que estoy de mi almohada. Y si supiera de que modo se me llegan quedar pegadas las sábanas.
Pero si lo pienso bien, no es una mala chica y es guapa. Puede que al fin y al cabo acabe cayéndome bien.
Por lo visto todas las historias empiezan igual: Tomando un café.

Bernat Sabrià -

No me gusta el café, aún así, le dije que sí. Marta era mayor que yo, pero eso no me importaba. Ella estudiaba periodismo y siempre estaba escribiendo, la cual cosa me fascinaba. Escribía sin parar durante horas, subrayaba, volvía a leer y pensaba, así cada tarde en el café. Un día me preguntó si tenía un lápiz, y no supe reaccionar, desde aquel día no había vuelto a hablar con ella.
Pero ayer, cogí aliento y me levanté, le pregunté: ¿Quedamos para tomar café? A mí no me gusta el café, pero me lo bebí con una enorme felicidad, Marta me gustaba.
Aquel día fue especial para mí, era feliz. Aquel mismo día había quedado con mis amigos para jugar un partido, fui a casa, me cambié y me fui corriendo al campo.
Empezó el partido y a los 15 minutos ya había marcado 2 goles. Al acabar me encontré a Marta, me saludó y besó a mi amigo. Me quedé perplejo, no supe reaccionar. Me acababa de enterar que Marta tenía novio y, para más pena, era mi hermano mayor.
Nunca supe si mi hermano la amaba, pero eso ahora ya no me importa. Ahora solo pienso en mis estudios y en mis problemas, no queda sitio para el amor.
La última vez que hablé con mi hermano fue para discutir. De Marta creo que acabó los estudios y se fue a vivir a Londres, pero eso a mí ya no me importaba.
El otro día me encontré con Pedro, un amigo, y me invito a un café.
Al ir hacía el bar, a Pedro le surgió un imprevisto y me quedé solo. Me senté en un banco a descansar y al rato, me encontré con Marta. Se acercó y me dijo: ¿Quedamos para tomar café?



Bernat Sabrià Sunyé

Arnau Sebastià -

¿Quedamos para tomar un café? Cuantas veces hemos dicho eso de ¿quedamos para tomar café?... A veces pienso que el café es la gasolina de las personas, parece que si no se lo toman no funcionan. Todas las mañanas, al pasar cerca del bar. Se ve a toda la gente haciendo cola como unos desesperados para tomarse un café, como si el de su casa no estuviera bueno, que probablemente es mucho mejor. Debe ser que no les da tiempo de tomar nada en casa, porque vamos, el café de maquina está asqueroso. También están las personas que quedan para tomar un café, aunque luego se tomen una naranjada, pero eso da igual, lo importante es tener algún método para poder quedar y charlar. Ya sea por una noticia buena o mala. Existen todo tipo de excusas para quedar a tomarse un café; Me han despedido, ¿quedamos para tomar un café y te lo cuento?, o en lo contrario; He encontrado trabajo, ¿quedamos para tomar un café y te lo cuento? También están los bromistas; El medico me ha prohibido el café, ¿quedamos para tomar un café y te lo cuento?
Sin embargo, un millón de distintas excusas para salir, hablar de cualquier tema con quien sea y en un sitio más o menos cómodo.
El café se podría utilizar como un índice de la economía mundial, depende de dónde vayas y lo que te cobren podrás saber el nivel económico de aquel país. Aunque bien mirado, a todos les cuesta lo mismo y muy poco por cierto. Es muy fácil explotar a unos pobres colombianos para que te consigan unos granitos de café mientras tú les pagas cinco céntimos por horas de trabajo y luego vendes una miserable taza de cincuenta centilitros por el hinchado precio de un euro, o más depende de dónde. Lo que está claro es que vivimos en una sociedad llena de injusticias, dónde todos se intentan pisar entre ellos en vez de ayudarse, para lograr aumentar un poco más su riqueza.
En fin, si queréis saber más del tema, quedamos a tomar un café y os lo cuento.

Arnau Sebastià

mireia castellà -

¿Quedamos para tomar un café?

Le dije un día, a una amiga de la infancia que me encontré curiosamente en Barcelona. Se llama cristina. La note muy cambiada físicamente y de forma de ser pero claro si la ultima vez que la vi teníamos 10 añitos, aun recuerdo como jugábamos a muñecas en el parque del pueblo.
En fin, quedamos en un café que ella conocía a las afueras de Barcelona, por cierto muy acogedor, en una terracita y con unas vistas preciosas.
Empezamos a hablar i a recordar anécdotas de cuando éramos unas renacuajas inconcientes: aquel día que entramos en casa del alcalde y empezamos a comer, y cuando eran las fiestas que hicimos brazaletes y los vendíamos para comprarnos gominolas o cuando nos pasábamos toda la noche en casa de una de las dos hablando y haciendo tonterías. Entonces la miré i pensé que como habían cambiado nuestras vidas desde entonces , todo era diferente ya no éramos unas niñitas inocentes ahora teníamos responsabilidades y un futuro con el que pensar i le pregunté que es lo que hacia y como le iban las cosas ahora. Ella se empezó a entristecer y me dijo que había dejado los estudios y que estaba trabajando, me extrañó un poco porque siempre había sacado muy buenas notas y su sueño siempre había sido ser veterinaria, pero me cambió de tema y yo no le di mas importancia. Empezamos a hablar de mi y de mi y al final se nos hicieron las diez y le dije que me tenia que ir que había quedado con mi novio. Ella volvió a hacer una cara extraña y me dijo que ya nos veríamos.
Pasó una semana y me volvió a llamar , parecía triste, le dije que no podía quedar aquel día pero ella insistió y como la vi así acepté.
Quiso quedar en mi casa quería contarme algo. Quedamos a las seis y apareció a las cinco todo me parecía muy raro. Entramos en mi habitación y empezó a decirme que tenia algo muy importante que contarme pero que no se lo podía contar a nadie y que no tenia a nadie mas con quien confiar. Yo muy sorprendida le dije que me contara y ella empezó a llorar y a llorar. Entonces me empezó a decir que su padre era malo, y yo le pregunté que porqué y me contó que el otro día la pego a ella y a su madre. Yo me quedé muy sorprendida, porque yo concia a su padre y no me lo imaginaria nunca. Y le dije que si lo había hecho alguna otra vez y me dijo que a ella no pero a su madres si. Entonces insistí en que lo denunciara pero me dijo que su madre no quería que todo era culpa del dinero. Yo no lo entendí porque siempre habían sido una familia con bastante dinero su padre era un directivo importante y se lo pregunté, entonces empezó a contarme que cuando ella tenia dieciséis años la empresa de su padre se declaró en quiebra y se tubo que ir. Des de entonces este cambio, y que cristina tuviera que dejar de estudiar etc. Le dije que su padre tenia un problema y que tenia que acudir a algún sitio. Ella se arrepintió de habérmelo contado y se fue corriendo la seguí y intente hablar con ella pero no quería escucharme y me colgaba el teléfono.
Pasó un mes, y un día llaman a casa voy corriendo coger el teléfono, y era cristina para decirme que su madre estaba en coma en el hospital por una paliza. Entonces me pidió ayuda y finalmente cristina obtuvo el valor suficiente para afrontarse a su padre y denunciarlo , pero a lo mejor era un poco tarde no??

Marta Vallribera -

Quedamos para tomar un cafe? Pablo quería que nos vieramos y yo tambien tenía ganas de hablar con él.La tarde estuvo bien, pero terminamos como siempre discutiendo por el mismo tema,ya llevábamos mucho tiempo juntos y yo quería que nos fueramos a vivir juntos, pero Pablo decía que eso era muy complicado. Esta vez la cosa acabó bastante mal i él como siempre se fue dejándome con el habla en la boca. Eso me molestó muchísimo y de camino a casa decidí no hablarle durante unos dias. Cuando llegué a casa ,empecé a hacer la cena, y de repente sonó el telefono. Me preguntaban si era la novia de Pablo, y al decir que sí, me dijeron que estaba al hospital y que debia ir de imediato.Cuando llegué,me dijeron que unos vecinos del barrio habían llamado a la ambulancia, despues de ver como un coche que circulaba a gran velocidad, se llebaba a Pablo por delante azotandole un golpe brutal en la cabeza.Me hicieron rellenar unos papeles y luego me dejaron entrar a su habitación, y allí estaba, inconsciente y lleno de moratones.Los médicos me dijeron que era temprano para saber que pasaría pero que estaba realmente grave y que el golpe había sido muy fuerte.De repente Pablo abrió los ojos, yo avisé a los medicos y lo primero que dijo fue:-Quien eres tú? esas palabras se me clavaron en el corazón como puñales de hielo. Pablo no me reconocia, los medicos le hicieron unas pruebas y le detectaron una perdida de memoria, no recordaba nada anterior al accidente y no sabían cuando volvería a hacerlo.A partir de ese momento, no me separé de él; empecé a buscar información de centros y a pensar maneras para ayudarle a recuperar su memoria. Mientras él iba a rehabilitación todos los dias.Pasaron días y meses y las cosas no mejoraban.En el hospital me dijeron que lo mejor para él seria estar en un centro donde pudiera rehabilitarse del todo pero tenia que entrar lo antes posible.Yo no quería eso,pero ahora se trataba de pensar en lo mejor para él.Así que en cuanto le dieron el alta medica, nos fuimos a un bar, y allí era donde debía plantearle la propuesta de los medicos a Pablo.Empecé a hablar y mi cuerpo no pudo mas, había soportado mucho y rompí a llorar diciéndole que no podia creerme que no volviera a recoradr nunca nada de todoas las cosas buenas que habiamos pasado juntos, y que tan solo unos dias atras estabamos tan bien, y no podia creerme que lo ultimo que me dijera Pablo fuera que ya estaba harto de discutir siempre.Me sentía fatal.Le dije que por su bien tal vez deberíamos estar unos días separados.Pablo dió un sorbo a su café y se quedó mirandome.De repente me ofreció un pañuelo y me dijo:- secate las lagrimas mujer que no es para tanto, yo ire a rehabilitación cada dia pero eso no significa que no nos podamos ver mas.Y ahora que tengo el alta, podríamos irnos a vivir juntos como tu siempre has querído , y podemos alquilar peliculas y verlas en casa invitando a todos nuestros amigos como hacíamos cuando nos acababamos de conocer, te acuerdas?.- Yo me quedé sin habla, sin respiracion, no podía creermelo,n podía creerselo ni él, de repente se empezó a poner pálido diciéndome que le venian un montón de imágenes a la cabeza.Se acordaba, se acordaba de nosotros, de nuestros amigos, de nuestros planes de vivir juntos.Los medicos dijeron que a veces las cosas mas insignificantes son las que nos pueden devolver la vida, la memoria de Pablo podia reaparecer en cualquier momento, y en su caso,fue el sabor y el aroma del café los que le ayudaron a recuperar su memoria y con ella su vida y la mia.

Alex Gil -

Estaba sentado en una silla de plástico barato con los cascos de mi reproductor de música acoplados a mis oídos, junto a la terraza contemplaba la brillante y florecida colina que tenía enfrente de mis narices. De repente, mi móvil que estaba situado encima la mesa junto a los libros de estudio, a unos dos metros a mi derecha, empezó a vibrar y a dar destellos de luz, así que me levanté de la silla y me acerqué a él. En la mini pantalla posterior del móvil se encendía el nombre de Claudia repetidamente hasta que lo abrí y apreté el botón verde. Me situé el móvil al oído y al mismo tiempo que dije ‘si’?, sin un previó saludo, Claudia me dijo en un tono apagado i melodramática:

-¿Quedamos para tomar un café?- entonces desorientado por la manera y por la rapidez que Claudia me había contestado, se produjo un momento mínimo de silencio que se hizo infinito para los dos. Después, de repente, empecé hablar con normalidad con ella y le conteste que la tarde del miércoles próximo la tenía libre y que me iba bien para quedar con ella y charlar un poco.

Ya era el miércoles de la semana siguiente, el mismo miércoles con el que había quedado con Claudia para tomar una café.
Salí de casa y me dirigí al bar de la esquina llamado ‘Cal Pamplins’ que era dónde Claudia y yo pasaríamos un rato o casi toda la tarde hablando de nuestras cosas, supongo, ya que aún no sabía lo que quería contarme.
Llegue antes que ella y me senté a una mesa que tocaba a unos jardines privados de dónde colgaban unos claveles grandes, hermosos y de un rojo intenso que hacían un olor característico. Entonces, gire la cabeza y ahí estaba ella. Llevaba un vestido de un color azul apagado hasta las rodillas, un bolso a conjunto y el pelo recogido en forma de moño, estaba guapísima.
Se sentó a mi lado i después de pedir dos Coca•Colas con hielo y limón empezó a explicarme porque me había citado aquí.
Claudia ocupaba un cargo muy importante en una empresa de marketing y, un superior suyo, le había ofrecido un trabajo muy bueno y muy bien pagado en el extranjero pero Claudia tenia la duda de si aceptar o refutar esa oportunidad única para ella.
Ella me contó que si lo aceptaba sería una gran oportunidad para abrirse nuevas puertas al futuro, para aumentar su cuenta corriente y para dejar atrás alguno que otro problema personal. Pero por lo contrario, aceptarlo supondría también abandonar a lo más querido, aquello que te ha dado razones para seguir luchando, lo que le ha dado sentido a tu vida, la familia, los amigos, etc.
Ella buscaba la opinión de un íntimo amigo para acabar de decidirse del todo y por eso recurrió a mí.
Al cabo de unas horas de conversación, decidió coger este nuevo camino que le llevaría a un mundo de dudas y nuevas experiencias pero siempre con un billete de vuelta a casa.




Alex Gil Palomar
2º Batx. A

Stefano Pascual -

¿Quedamos para tomar un café?
Esas fueron las últimas palabras que escuché antes de desmayarme.
Cuando me desperté ella estaba a mi lado cogiéndome. Ella fue la causa de mi desmayo.
Hace un año que la conozco pero no me atrevía a dirigirle la palabra. Esta es primera vez que hablamos.
Yo iba caminando por la calle cuando la vi, la miré, me miró y aparté la mirada. Ella siguió mirándome hasta que se paró delante de mí, me saludó y empezó a hablarme como si me conociera de toda la vida. Yo únicamente la miraba fijamente.
Cuanto más hablaba más me gustaba, yo no sabía que decirle, hasta que dijo esas palabras. En ese momento el corazón me latía a mil por hora, me sudaban las manos, me puse rojo como un tomate y caí.
Al despertarme vi su cara y me sentía el hombre más tonto del mundo al desmayarme justo en ese momento.
Yo no podía decirle que me desmayé por eso, hasta que en ese momento dije lo primero que se me ocurrió. Le dije que tuve un bajón de tensión.
Los dos seguimos caminando por la calle y volvió a repetir esas palabras. Esta vez no me pasó nada, fui valiente y respondí diciéndole que mañana me iría bien. Ella asintió y nos despedimos.
Por la noche en mi casa no pude dormir pensando en ella.
Al día siguiente después de esperar un día entero fui media hora antes a la cafetería. Ella llegó puntual.
Estuvimos toda la tarde hablando de nuestras cosas hasta el anochecer, que vino un hombre a buscarla. Era su novio.
En el momento que me lo dijo me sentí como si me fuese a desmayar otra vez, pero esta vez no, esta vez tenia que aguantar como un hombre, lo hice y espere a que se fuera.
Fui a mi casa pensando en que ya llegaría alguna persona que me corresponda.





Stefano Pascual Villani
2º bach A

Yaiza Rodríguez Arance -

Hay que ver lo que puede significar un café en la vida de alguien. Aparentemente nada, uno como tantos.
¿Quedamos para tomar un café? Parece absurdo pero ahora sé que esa simple preguntita puede ir con muchas intenciones. Aunque aveces sea un poco dificil adivinarlo, claro está. En mi caso fue bastante simple, pues sabía que si no era un café sería una copa, una cena,... Multitud de opciones. Pero él decidió un café y me pareció bien. No demasiado insinuante, una buena opción que me llenó de dudas.
Aunque sabía que entre nosotros había algo especial, una complicidad impresionante, no tenía demasiado claro si todo iba a fluir como había fluido en otras ocasiones. Por teléfono.
Nos tirábamos horas y horas charlando, y siempre costaba decir "lo dejamos aqui" o "hasta mañana". Pues las palabras salían solas como por arte de magia. Eramos dos jóvenes alegres, con ganas de compartir vivencias, recuerdos y con un sentido del humor incesante. Eso era lo que nos unía más. Yo me reía con él y él conmigo, y siempre había algo nuevo que contar. Me fascinaba su imaginación, su gracia, su chispa... Admiraba de él su fuerza. La alegría con la que superaba todos sus problemas. Eso era algo que se contagiaba.
Llegó la hora del ansiado café, y también llegó él con la sonrisa que había intentado dibujar en mi mente, pero él ganó a mi imaginación.
Me llevó a un sitio que no conocía, pero era insignificante. Lo único que quería era sentir ese contacto físico que tanto había soñado.
Sí, las palabras salían , las miradas hablaban por sí solas... Ya no tenía dudas.

Joan Cabero -

JAjajJAaj esto no va aki!!! x dios O.o! we a mi babel me gustó pero nose, le dieron mucho bombo y luego, la ves y tampoco es para tanto xD.
Yo recomiendo las 3 temporadas de perdidos (LOST) aunque la que realmente vale la pena y la mejor a mi criterio es la tercera , pero we pa saber de que va tenes k tragarte las dos anteriores U.u pero estan bastante bien :D.
buonna sera xD

SERGI POVEDA -

¿Quedamos para tomar un café?
Esa fue la última frase que dijo la señora, antes de montarse en un coche blanco perla y que desapareciera de mi vista antes de que pudiera pensar una respuesta.
Mientras se sentía el sonido del auto durante un par de manzanas, yo pensaba cuál era el motivo de esa huida, quizá un problema personal, quizá una falta de tiempo para poder llegar a su próximo destino.
Unos segundos más tarde, mi estado de desconcierto atenuó. Mire el reloj y pasaban quince minutos de las diez de la mañana, decidí continuar la calle para llegar a mi empleo, mi jornada laboral empezaba a las diez y media, trabaja en una empresa de publicidad, yo estaba especializado en eslóganes publicitarios. Durante las tres primeras horas no deje de pensar en esa mujer, cuál era el motivo de su veloz fuga, cuál era su nombre, porque quería quedar para tomar un café…
A la una y media del medio día me llegó un e-mail, era una empresa de cruasanes, querían informarse para la creación de un anuncio y un eslogan publicitario para los vehículos de la empresa de cruasanes. Decidí ir a comer y después llamar a la empresa para poder empezar con el trabajo.
Dos horas más tarde llegué a mi sitio de trabajo y llamé a la empresa, quedamos cuatro horas más tarde delante de las oficinas de la empresa. Las oficinas estaban situadas al centro de la ciudad, así que decidí coger mi objetos personales y desplazarme hasta la compañía. Cuando aparqué ya me esperaba una mujer delante de la puerta, le saludé y le pedí la información principal para conocer sus intenciones con el eslogan, seguidamente nos dirigimos los dos hacia el parquin para poder ver cómo eran los vehículos, después de haber pasado una hora dándole vueltas al tema me fui hacia mi casa.
Durante el trayecto hacia mi casa me encontré atrapado en una larga caravana en la carretera, antes de llegar a mi pueblo decidí pararme a un bar. Baje del coche y al entrar la taberna me llamó al teléfono móvil una señora que me dijo: ¿Quedamos para tomar un café?

Esther Gil -

¿Quedamos para tomar café?

Eran las 6 de la tarde, estaba mirando mi armario viendo que ropa me llevaba, ese año de estudios que me esperaba en Oxford, una ciudad cerca de Londres. Miraba y miraba y cada vez tenía claro que necesitaba un buen café para poder escoger bien lo que me tenía que llevar. Así que decidí llamar a mi mejor amiga Paula para poder hablar y olvidarme por un rato de ese armario lleno de ropa de colores de diferentes años.
Llamé a Paula, y quedamos para vernos en el bar el Arco para bebernos nuestro café descafeinado sin azúcar. Al llegar Paula se encontró con su ex novio sentado con la chica que se lleva peor con Paula, cosa que después de tener varios problemas unos mas graves que otros, lo suyo terminó después de una relación de 3 años, que por cierto lo dejo él. Paula al llegar, cuando lo vio la expresión de su cara cambió al instante, le pregunté si quería irse a otro sitió, aunque su respuesta fuera que no, yo la conocía de hace demasiados años y sabia que Paula no quería estar allí, pero nos sentamos en una mesa de dos, cerca de la ventana exterior que daba a la plaza del “Racó”, en esa plaza era el punto de encuentro de todo el pueblo, así que estábamos distraídas. Paula mientras me iba hablando, su mirada se le iba para Iván, su ex novio. Y a la vez se iba peinando, sabia que en estos momentos Paula estaba mas pendiente de que sucedía en la mesa de Iván, que lo que le estaba contando yo, horas antes de iniciar mi año sabático de aprendizaje de inglés en Oxford. Le tenía que contar muchas dudas que tenia antes de irme, pero comprendí que ese no era el mejor momento, al menos hasta que se fuera Iván. Mí cabeza no dejaba de dar vueltas sobre el mismo tema, que en menos de 24 horas yo estaría pisando tierras inglesas. Habría dejado atrás mí casa, mi pueblo, mi familia, mi novio…durante un año. Y lo que mas le importaba en esos minutos a mi mejor amiga resulta que era la mesa de Iván. Minutos después Iván se marchaba, se dirigía hacía nuestra mesa para despedirse de Paula, al marcharse, ella aun quedó mas afectada, por su cabeza rondaba de todo, menos que su mejor amiga se fuera durante un año al extranjero.
Nos fuimos del Bar, nos despedimos con un fuerte abrazo, mientras que vi como brillaban los ojos de Paula i al cabo de unos instantes le caía una lagrima.
No comprendía muy bien que significaba la lagrima, si mi partida o si su romance roto con Iván.
No quise preguntarle nada, note que Paula no tenía uno de sus mejores días.

Elena Urbano Giralt -

¿Quedamos para tomar un café? Eso era lo que decíamos siempre mis amigas y yo. Nos encantaba disfrutar de un buen café en las terrazas de nuestro pueblo. Cada tarde estábamos en bares agradables y con buena compañía.
Un día, siguiendo nuestra rutina, fuimos al centro del pueblo y allí vimos un bar, el “Snack Cachimba”.
¿Cómo es que no habíamos visto ese bar antes, estando en medio del pueblo? Decidimos entrar para ver que tal estaba y nos sorprendió. Era un bar magnífico, como nunca habíamos visto y tenía de todo: billar, dardos, futbolín, música de fondo y un café buenísimo.
A partir de ese día, dejamos de buscar más bares donde ir. Teníamos un sitio único, al lado de casa y en el centro del pueblo. Allí, se nos pasaban las horas y nos quedábamos hasta que cerraban.
Pasaron dos largos e intensos meses, y como cada tarde nos dirigíamos a la Cachimba a tomar algo, pero vimos que estaba cerrada. ¿Cómo puede ser? Desde que íbamos, nunca habían cerrado. Lo más extraño es que no ponía el motivo del cierre pero había una cinta policial rodeando todo el bar dónde ponía ‘no pasar’.
Nos fuimos sin saber que hacer, pensando en que podía haber pasado y por que estaba cerrado...pero no teníamos respuestas. Nadie del pueblo las tenía.
Llegó el fin de semana y con él vinieron sorpresas. En el periódico aparecía un artículo revelador de lo que pasó en la Cachimba. Los dueños, eran narcotraficantes. Tenían el almacén llenó de cocaína, y por eso cerraron el bar.
Ahora, teníamos que cambiar otra vez de bar.
¿Y si compramos el bar nosotras? Sería una buena idea.

Júlia Morató -

Era un domingo por la tarde y estaba tumbada en el sofá viendo la escena más interesante de Bailando con lobos cuando de repente le sonó el móvil…
¡Un mensaje! Era Pablo.
- ¿Quedamos para tomar un café? ¡Necesito besarte! ¿A las cinco en Le journal?
Que idea tan genial. En seguida le respondió que si, por supuesto, en realidad era ella quien necesitaba su abrazo.
Le journal es un bar muy acogedor donde Pablo y ella suelen quedar muy a menudo, tiene sofás, unas mesitas muy bonitas, las paredes empapeladas de diarios y un café tremendo. El único inconveniente es que queda un poco lejos de su casa.
Eran las cuatro y aún tenía que ducharse, cambiarse, arreglarse y pedalear hasta el bar. Se puso las pilas y se duchó en sólo diez minutos, todo un récord para ella sabiendo que se puede pasar horas debajo del agua. Se puso esos pantalones negros que sabía que le quedan divinos y esa camisa de color verde, naranja y amarillo con un escote un poco insinuante, puso un poco de espuma en sus rizos negros para moldearlos y se maquilló sus grandes ojos marrones sólo un poquito.
Cojió la mochila para repasar que no se dejaba nada… las llaves, la cartera, el tabaco, el mechero… estaba todo. Aún hacia frío y se puso la chaqueta amarilla y una bufanda en el cuello. Se colgó la mochila en la espalda y cerró la puerta como siempre lo hacía, de golpe.
Bajó las escaleras tan rápido que cuando llegó abajo no sabía muy bien como lo había echo, pero satisfecha sonrió.
Mecida en sus pensamientos salió a la calle y entonces miró hacia arriba. Siempre había algo o alguien curioso que admirar… Hacía un día de frío y viento pero el sol aún permanecía altivo en el cielo.
Desató su bicicleta verde, se montó en ella y en veinte minutos se plantó en Le Journal.
Pablo ya estaba allí, sentado en la mesa del fondo, aquella que no tenía ni mucha luz, ni poca, la necesaria. Estaba tan guapo como siempre, la esperaba… y cuando la vió se enrojeció i sonrió, ella entró lentamente, le abrazó y le besó. El la miró a los ojos y con ternura le besó en la nariz, la tenía muy fría. Parecía que hacía una eternidad que no estaban juntos. Entonces la camarera se acercó:
- ¿Qué les apetece?
Ella automáticamente le respondió:
- Un café sólo y un cortado con leche condensada por favor.
Los dos estaban pensando en lo mismo… En calentar sus manos heladas con las tazas del café.

Elisenda Farrés -

- ¿Quedamos para tomar un café?
- ¡Claro! ¿Por qué no? – le contesté, y nos dirigimos al bar que frecuentábamos.
Y ahí empezó todo. Nunca me hubiese imaginado lo que iba a ocurrir. Para nada. ¿Cómo podía saberlo? Solo éramos dos amigos en el mismo bar de siempre, tomando el mismo café de siempre: un cortado descafeinado para él, un café sólo con azúcar para mí. Estábamos charlando tranquilamente, riéndonos y pasando el rato juntos. No era un día especial. Por la mañana había salido el sol, por la tarde se había tapado y empezaba a hacer frío, como siempre. Por eso solíamos ir cada tarde a tomar algo caliente, aprovechando que ya no nos veíamos por la mañana en el colegio. El bar era un sitio muy pequeño, con poca luz, sucio, viejo pero extrañamente acogedor. Sin duda no parecía un bonito lugar para un extranjero, pero era el mejor para los del barrio. Todos conocíamos al señor Ramón, el propietario. Era un buen hombre, muy trabajador.
Mientras hablábamos, entraron un par de hombres que nunca había visto. Me extrañó un poco, pero enseguida lo ignoré. Al cabo de unos cinco minutos, se levantaron de la mesa en la que se habían sentado. El más joven se dirigió a la puerta, mientras que el otro se acercó a la barra. Me quedé mirando al hombre del mostrador, que le susurraba cosas al oído a Ramón. El pobre viejo estaba sudando, asustado y nervioso. Se lo conté a mi amigo, que también se los quedó mirando. El chico entró a toda prisa y le comunicó algo al hombre. Éste, inmediatamente, sacó de su chaqueta una pistola y apuntó al dueño del local. Se oían muchos gritos, mucho ruido, pero yo no era capaz de entender nada. Mi amigo se levantó e intentó evitar que disparara. El hombre se giró hacia él. Se oyó un disparo. Cerré los ojos pensando que cuando los abriera nada habría ocurrido. Se oyó otro disparo. Abrí los ojos y vi a mi amigo en el suelo, cubierto de sangre. Me levanté, pero había entrado en una especie de sueño borroso. Me mareaba. El hombre me miró.
Estoy en un horrible zulo. Tengo heridas y magulladuras por todo el cuerpo que impiden que me levante, por no decir los últimos recuerdos que tengo del bar. Llevo el vestido roto y solo me dan de comer algo repugnante. Pero intento pensar como puedo escapar de este infierno. Se oyen unos pasos detrás de la puerta. No sé cuanto tiempo llevo aquí ni cuando volveré a ver la luz del sol. Pero voy a salir. Lo sé.

Rosa Pla -

¿Quedamos para tomar un café?

Mucha gente toma café. Hay incluso adictos a la cafeína. Pero no a cualquier cafeína, por su puesto; a la cafeína del café. Y, ¿qué entendemos por tomar un café?

Hoy en día, esta actividad denominada como tomar un café se está poniendo de moda entre los jóvenes. Cualquier día acabas de comer y recibes un mensaje de tu amigo diciéndote que quiere ir a tomar un café y que es urgente, que tiene que ser ahora, a las 15:00 horas. Entonces es cuando piensas acertadamente que estas ansias no vienen por tomar el dichoso café, no. Las ansias, ni más ni menos, son fruto de una acumulación de estrés post comida, producida por un gran plato de macarrones con queso gratinado que, encima, llevaban (como quien no quiere la cosa) trocitos de carne de cerdo cortados tan diminutamente que parecían imposibles de triturar con los dientes. En fin, tu amigo necesita digerir todo este manjar con un café.
¿Un café?
Esta es la pregunta clave. Decimos de ir a tomar un café como quien dice “vamos a hacer deberes” cuando se va a la biblioteca en grupo. Los jóvenes no toman café, ¡ni siquiera les gusta! Y la excusa de la cafeína es evidente que no sirve, porque si queremos una bebida que nos active, entonces nos pedimos una coca-cola, que hay más cantidad por el mismo precio (nuestra economía es muy escasa y eso hace que seamos cautos, hasta un poco tacaños). Es decir, el café es la palabra común para describir una serie de bebidas ya sean con cafeína o no que, por su puesto, no incluyen el café.

Pero resulta que ahora la expresión “tomar un café” incluye otro significado, sobretodo en los adolescentes. No nos basta con utilizar de forma indebida la palabra café, sino que encima nos manchamos los pulmones con su utilización: ¡necesitamos un cigarrillo! Y entonces es cuando entiendes la urgencia del mensaje de tu amigo, tan desesperado por probar el sabor (“insípido”) de la nicotina, que no puede esperar a hacer la digestión para alejarse de las olfateantes narices de sus padres i poder fumarse ese “pitillo” tranquilamente.

Eso sí, no esperes que tu amigo quede con tigo para charlar, para verte; él solo quiere “tomar un café”.

Júlia Vilardell -

- ¿Quedamos para tomar un café? – Me dijo después de un largo y duro día de exámenes cuando, como era habitual, llegaba el momento en que ella llegaba a su casa y yo, incapaz de armarme de valor, simplemente le dedicaba un amable “¡hasta mañana!” y seguía el camino hacia mi casa solo, arrepintiéndome de no haberle dicho nada más.
Marta era nueva en el pueblo, yo la conocía porque en verano venía cada tarde a comprarnos el pan a la tienda, y al empezar el curso, como su casa me venía de camino, íbamos juntos al instituto. Supe que la quería con todo mi ser desde el primer día en que la vi, pero como no iba a mi clase tampoco hablábamos mucho, además yo soy muy tímido. Y de este modo los días fueron pasando, y las semanas y los meses; y cada día me torturaba a mi mismo después de despedirla en su casa por no haberle dicho nada, ni que fuese quedar para estudiar (¡por algo se empieza!), sintiéndome patético y estúpido ante la situación.
Por eso, ese soleado día de mayo, cuando oí lo que dijo, no podía creerme que fueran sus propias palabras las que habían pronunciado esa frase. Me quedé unos segundos en blanco, había imaginado esa situación millones de veces pero no había reparado en que en ninguna ocasión me había planteado qué hacer si se producía. Luego, con gran esfuerzo y tropezándome con mis propias palabras le contesté:
- ¡Sí! Esto...es...estaría bien... Em... ¿Que tal a las... las cinco? ¿En la granja?
- Perfecto, hasta luego entonces!
- ¡Hasta luego! – Y de esta forma fue como empezó todo: quedamos,
tomamos un café, luego un croissant y finalmente salimos a la calle a fumar. Al día siguiente hicimos lo mismo, y el siguiente, y el siguiente. Y así nos fuimos conociendo cada día un poco más, hasta que al final pasó por fin lo que tenía que pasar y empezamos a salir.
Ha pasado ya un año desde entonces y las cosas nos van estupendamente. Y a veces, cuando me mira solo como ella sabe hacerlo, sigo quedándome en blanco como cuando me dijo: “¿Quedamos para tomar un café?”

Carolina Martín -

¿Quedamos para tomar un café?
Esas palabras se quedaron sostenidas por hilos a punto de romperse, porque pensaba que nada podía hacer ya para arreglar la situación, que nada podía cambiar.
Iba a salir por las calles como hacia siempre a pensar y aún con la chaqueta en la mano abrió la puerta y allí estaba, notaba que el mundo, su mundo, cada vez giraba más rápido y solo una persona, ella, podía hacerle sentir que podía pararlo, cuando quisiera.
Hacía demasiado tiempo que no se veían, Demasiado. La verdad es que seguían siendo las mismas personas que se conocieron tomando un café. Le dejó pasar y tras un intenso momento de silencio se abrazaron produciendo un sentimiento como de liberalización que le recorrió el cuerpo, quería gritar.
Ella sabía que había tenido muchas ocasiones en las que hablar de su problema, pero siempre lo dejaba pasar, intentando que los demás se sintieran bien, sin que los demás se preocuparan por ella, pero a lo mejor necesitaba que los demás supieran que ella existía, o quizá solo necesitaba sentirse querida. En el momento en el que se sentaron en el sofá, desvió su mirada a la ventana, llovía, era un día perfecto, y le apeteció aún más salir a visitar sus calles.
No dejaba de pensar en como durante cinco meses ni siquiera le había llamado una sola vez y como pudo olvidarse de su cumpleaños, eso fue lo peor, pensó, des de ese momento, sus cumpleaños se medirían por ese.
Pero fue comprendiendo el sentido que tiene la vida, el que le daba ella; había divagado varias veces sobre ese tema, y llegaba a la conclusión que nada más tenía que comprenderlo, aceptarlo o no, no importaba. El hecho de que el tiempo pasara y que sus sentimientos aumentaran le hacía más fuerte y notó que la presencia de su todavía sorpresa le humedecía sus preciosos ojos, y si se fijaba bien, podían las gotas de lluvia confundirse con sus lágrimas. Allí estaban las dos, incomodas por la situación, sentadas en aquel sofá que parecía el infierno y el cielo a la vez. Una voz en su interior le decía que le explicara ya lo que sentía “basta de ocultar cosas, basta de reprimirme, basta de seguir fingiendo que estoy bien” se repetía y solo pudo decir:
- ¿Quedamos para tomar un café?

Carolina Martín

Montse -

¿Quedamos para tomar café?

Una tarde de Abril mi amiga Lola me llamo para que fuésemos las dos a tomarnos un café mientras nos contábamos las batallas de la semana.
Lola no hacía mucho tiempo que la conocía, tal vez 1 año, pero nos contábamos todas las aventuras que nos ocurrían, no obstante ella era la hermana de mi ex novio. Aunque rompimos, nuestra amistad.
Obviamente con las ganas de salir que tenia le dije que si, estaba encantada de que nos viésemos.
Yo llevaba toda la semana agotadísima, tenía tantas cosas que hacer: trabajo de cole, las tareas de mi casa, hacer de canguro, cuidar mi hermano. . . Y por fin podría desconectar un poco del trabajo.
Nos sentamos las dos en una mesa muy cercana a la entrada, para poder ver la gente.
Como siempre sin darnos cuenta ya estábamos hablando de nuestras cosas, de nuestros pequeños secretos. De repente la cara de Lola cambió, se le puso una cara triste y rompió a llorar, yo no sabía que le ocurría, me preguntaba que problemas tan graves deberían ocurrirle, porque Lola es una chica muy fuerte, y nunca l’habia visto llorar.
Cuando al final me decidí a preguntarle que le ocurría, ella me dijo: -Supongo que no estas acostumbrada verme así, pero. . . Es que. . . Tengo problemas familiares, y como de una película se tratara rompió a llorar i a repetir las mismas palabras, pero a la cuarta vez entre lagrimas dijo con una voz muy fina: – Mi primo tiene cáncer.
Su primo había sido mi novio durante 4 años. Me quede sin aliento, no supe como reaccionar, no entendía nada de lo sucedido. Cuando Lola me vio tan afectada me dijo que le estaban haciendo quimioterapia y que le estaba yendo muy bien, ella no paraba de repetirme que el era un chico joven y que tenia muchas fuerzas para luchar, que lo mas importante era que el tratamiento le estaba funcionando. Mientras ella pronunciaba estas palabras a mi solo me pasaban por la cabeza todos aquellos momentos que habíamos pasado junto y que yo por algún motivo le falle.
Cuando nos acabamos de tomar el café nos fuimos directamente a verle en su casa (yo me moría de ganas por verlo).
Cuando llegamos nos abrió su madre, y encantada nos invito a entrar, nos dijo que fuésemos a su Habitación, que seguro que estaría muy contento de vernos.
Cuando abrió lo puerta y le vi no supe que hacer, estaba blanco, muy flaco y llevaba un pañuelo en la cabeza, estaba tan cambiado. Pero sus ojos estaban como siempre, abiertos, transmitiendo todas las fuerzas posibles como si no estuviera ocurriendo nada.
Él nos contó todo el tratamiento y nos dijo que en 5 meses el tratamiento se abría terminado y que todas las células malignas ya estarían muertas.

Montse Castro
2n. Batch.