El paraíso de la duda

EL PARAÍSO (O NO) DE LA DUDA
¿Qué sucede en una persona de diecisiete –en su ejercicio psico-social como alumno de Segundo de Bachillerato- para atreverse a preguntar en voz alta?
¿En el ejercicio tercero tenemos que buscar una oración subordinada?
El redactado literal del ejercicio tercero era: busca una oración suboradinada.
Hemos considerado positivo, aceptable y bueno (desde el punto de vista del proceso de enseñanza-aprendizaje) que el alumno pregunte. Y, sin embargo, no hemos puesto límites, ni método, ni graduación a esa actitud. Aventuro tres posibilidades. Las comento y me río cariñosamente.
La persona-alumno hace inferencias de manera continuada. Es decir, él cree que además de buscar la oración subordinada, debe añalizarla, señalar el sujeto o cualquier otra cosa.
La persona-alumno desconfía de la estabilidad psicológica, emocional del profesor y está convencido que lo que debe hacer es demasiado fácil.
La persona-alumno no sabe lo que es una oración subordinada y espera que el profesor se lo crea y no sólo le explique lo que es buscar, sino también, el objeto de su búsqueda.
¿Y cómo debo responder? (Lo dejaré para otro día).
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